Εxplore la historia de Delfos y admire el increíble paisaje rocoso coronado por monaterios ortodoxos de Meteora.
PRIMER DIA:
Salimos en dirección noroeste hacia la provincia de Boecia. Pasando por la ciudad de Tebas, Lebadia y el pintoresco pueblo de Arahova, llegaremos a la falda del Monte Parnaso, donde se ubica Delfos, “el ombligo del universo” en el mundo antiguo, uno de los principales centros religiosos de la Antigüedad, cuando el santuario de Apolo, dios de la armonía y de la música, guardián de las leyes sagradas de Zeus, atraía a infinidad de peregrinos que acudían a consultar al oráculo. Recorreremos la Vía Sacra decorada con innumerables ofrendas de ciudades griegas y extranjeras, hasta llegar al Templo de Apolo. Además de las estatuas, las ciudades dedicaban al dios los llamados tesoros para albergar las ofrendas en forma de pequeños templos, como es el tesoro de Sifnos, el tesoro de Tebas o el Tesoro de los Atenienses, el cual visitaremos.
Además de todo el conjunto monumental, incluyendo el tholos del oráculo, la visita al Museo de Delfos es del todo obligatoria una vez se está en el yacimiento. Es uno de los Museos más importantes de Grecia, alberga de forma sencilla y agradable las obras de arte halladas en Delfos. En el vestíbulo encontraremos un bloque cónico de mármol cubierto por una redecilla esculpida, se trata de una copia helenística del ombligo que marcó el centro del mundo conocido. Veremos también la famosa estatua del Auriga de Delfos, perfectamente conservada, data de época arcaica y formaba parte de un exvoto de bronce que representaba la cuadriga victoriosa de los Juegos Olímpicos.
Salimos por la tarde hacia el norte del país, haremos una breve parada en el famoso paso de las Termopilas, lugar geoestrategico en la Antigüedad. Continuamos nuestro camino hasta llegar a la localidad de Kalambaka, donde cenaran y se alojaran en hoteles de 3 o 4 estrellas
SEGUNDO DIA:
Estamos en Meteora ‘suspendido en el aire’ o ‘entre el cielo y la tierra’, una vez allí, entendemos el porqué del nombre. Un auténtico bosque de rocas de formas fantásticas y sombrías se recortan sobre el valle del Peneo y la ciudad de Kalambaka. Se trata de un fenómeno geológico único que da lugar a un paisaje sin igual, las cimas de estos gigantescos peñascos están coronadas por unos celebres monasterios cenobíticos. Su origen está en los primeros anacoretas del s XI, quienes se instalaron en sus cavernas en busca de soledad. En el s. XIV con la invasión de los serbios en Tesalia, muchas de estas ermitas se transformaron en monasterios y fue entonces cuando San Atanasio, procedente del monte Athos, fundó el Gran Meteora, y otros monje le siguieron a pesar de las dificultades para transportar los materiales para la construcción de los distintos centros monásticos. Los siglos XV y XVI fue el periodo de mayor esplendor y llegaron a ser hasta 24 monasterios. Hoy día solo hay 5 establecimientos ocupados por religiosos o religiosas, tendremos la oportunidad de conocer con nuestra guía dos de estos monasterios únicos en el mundo.